Primer encuentro de amigos del Foro Royal Enfield. La crónica.


Contenido originalmente publicado y extraído del desaparecido Foro Royal Enfield España.

Empieza el día antes de que suene el despertador y recordando al poeta Fernando Pessoa…

"Nunca, por más que viaje, por más que conozca,
al salir de un lugar, al llegar a un lugar, conocido o desconocido,
pierdo, al partir, al llegar, y en la línea móvil que los une,
la sensación de escalofrío, el miedo a lo nuevo, la náusea
–esa náusea que es el sentimiento cuando sabe que el cuerpo tiene el alma.
Treinta días de viaje, tres días de viaje, tres horas de viaje
–siempre la opresión se infiltra en el fondo de mi corazón."

Pues llevaba yo una libreta lista para ir apuntando todo lo que aconteciese en esta primera reunión, pero como vais a comprobar no la usé en absoluto, de modo que esta será una crónica de algunos de los recuerdos que han quedado después de este encuentro, y como es lógico comenzará desde donde partió el grupo del que el que os escribe formaba parte, o sea, el de los del sur.

6424 km en el marcador.


Efectivamente, a las ocho de la  mañana del tres de junio comenzaban a llegar poco a poco los componentes de la expedición, y poco a poco íbamos comiendo lo que los nervios nos permitían. Entre pitos y flautas eran por lo menos las nueve y media cuando nos pusimos en marcha, y para no perder las buenas costumbres hacemos la primera parada en apenas cien metros, porque siempre queda alguien que tiene que hacer los deberes. Esto ya apuntaba maneras.

Rodar en grupo es algo bastante nuevo para mí, pero como ya os he contado en alguna otra ocasión tiene ese algo especial de compartir un sentimiento con gente que a su manera está viviendo la misma pasión que tú.

Pues allá que vamos por la ruta de la plata encantados de ver tanta Royal junta. Como ya informaba Cincohierros la cosa iba lenta, pero que muy lenta. Este grupo no se mueve bien entre curvas y además hay motos que han sido retocadas y requieren un cuidadoso rodaje.




Si no recuerdo mal hicimos unas cinco paradas entre las utilizadas para llenar depósitos, comer y esas cosillas. Y claro, un grupo tan numeroso tarda un buen rato en estar listo tras cada parada. El ritmo era de velocidades por lo general no superiores a 80 km/h pero llegó a ser bastante más lento, mejorando al final del día en el que llegamos algunos ratos a los 90 o 100.

Salva, cuya moto le susurraba que no le apetecía ir a más de 70 se fue retrasando hasta que se descolgó definitivamente del grupo. Nada se supo de él hasta después de la comida.

Después una parada para esperar al rezagado, y tras darle por perdido, al reiniciar la marcha, la más anciana de nuestras máquinas, una joya de 1962, la montura de Diego, decidió que no quería arrancar hasta que no le quitasen un poco de suciedad del carburador. Su dueño no se alteró en lo más mínimo y con absoluta tranquilidad y eficiencia sacó sus herramientas y solucionó el asunto en un abrir y cerrar de ojos con la ayuda de Doc.

La parada para comer fue lo peor; las hordas del sur cogieron desprevenidas a las cocinas de Fuenlabrada de los Montes, que no daban a basto haciendo pan a una velocidad mucho más lenta que la de nuestras motos y poniendo a prueba nuestra paciencia. Comimos regular pero recuperamos fuerzas.



Mientras tanto Salva ya nos había adelantado y había comido unos 50 kilómetros por delante de nosotros. Ya no le dimos alcance en todo el viaje.

Jorge no daba crédito a sus oídos cada vez que llamaba y se enteraba de que estábamos mucho más retrasados de lo que él esperaba, pero íbamos informándole con detalle para que el comité de bienvenida no desesperase en San Martín de Valdeiglesias, que era donde nos recibirían.

Y allí estaban Emilio, Albano y Jorge braceando tras una rasante ante una pancarta de bienvenida. Ya comenzábamos a sentir la alegría de llegar a nuestro destino. Pero aún no habíamos llegado y a pesar del cansancio decidimos recorrer los últimos kilómetros por la ruta más estética, que bien nos la merecíamos. Un total de 615 kilómetros en algo más de doce horas.

Aire y agua, eso es lo que estábamos necesitando.

A nuestra llegada al hotel ya nos esperaban los más rápidos en llegar desde Logroño o Almería. Presentaciones, primeras impresiones, y después de una ducha a cenar y a descansar, que el día siguiente sería movidito.



El cansancio nos podía y empezamos el viernes con retraso sacando las motos al sol y engalanándolas para la ocasión con unos fantásticos distintivos que nuestro amigo Diego había preparado para cada uno de nosotros con nuestras respectivas procedencias. Por las mañanas las puertas del hotel eran un hervidero de magníficas motocicletas.







Y para no acostumbrar mal a nuestros anfitriones algún listillo decidió que su moto estaba demasiado impecable y pensó que pocas veces más tendría una humilde Royal Enfield Bullet Classic la oportunidad de darle por culo a una flamante Harley Davidson Heritage Softail Classic. Pepe, a tus pies, te prometo que no volverá a pasar. Gracias por tu comprensión y saber estar.

Pues eso, que mi torpeza me hizo darme de bruces contra la moto de Pepe y causar algunos daños fácilmente reparables además de la primera división y considerable retraso del grupo. Mea culpa. Ya llevaba yo la cara de amargao pa los restos del día.



Y nada… al amor del Lorenzo (nunca mejor dicho) nos fuimos todos tras nuestro guía cual cabras montesas cargadas de chaquetas y cascos haciendo senderismo hasta la presa de El Gasco, en Molino de la Hoz, hasta la que un tal Carlos III pretendía unir el Atlántico desde Madrid. Hay gente pa tó. Hay quien sueña con imposibles y hay quien se deshidrata para ver los sueños en ruinas de otros. Desde luego desentumecimos las piernas.





Y salimos de allí deseosos de una cerveza bien fría que esta vez nos esperaría en La Cruz Verde, un interesante lugar de encuentro para los moteros de la zona que lo mejor que tiene es lo que no tiene: Cobertura para mi móvil.

Camino de la Cruz Verde. Lo de esta foto no parece que sea sólo sexo.


Y después a San Lorenzo de el Escorial, donde nos esperaba la ansiada comida y un poco de reposo. Buena comida a buen precio en un sitio de cuyo nombre no me acuerdo pero que dejó imborrables imágenes en la retina de algunos, sobre todo a la hora de pagar a la “encantadora” camarera que nos atendió.




Con los estómagos llenos volvemos a curvear hasta la Silla de Felipe II, donde sin duda algunos se sintieron como auténticos reyes ante vistas no menos sorprendentes que las del restaurante.




Y rapidito que vamos tarde. Poniendo a prueba la agilidad de los componentes del grupo en los 100 metros vallas nos dirigimos ahora a un sorprendente rincón perdido entre fincas de ganado en el que quedan unos muy ilustrativos vestigios de cómo se cortaban las moles de piedra que después formarían parte de los muros del conocido Monasterio de San Lorenzo.





Y de allí unos al hotel y otros a la cueva de nuestro anfitrión a babear ante casi un museo de motos recuperadas del olvido. Un hacha este Jorge.





Allí nos enteramos de que el otro grupo se había dividido y algunos andaban perdidos. Por suerte nos los encontramos de camino al hotel y volvimos a reagruparnos antes de una rápida ducha que nos dejaría listos para la primera incursión en la capital del reino.

Tras algunas discrepancias en cuanto a lo ajustado del programa y poniendo todos un poco de nuestra parte acabamos en pleno centro de Madrid cenando en la mismísima Plaza Mayor. Discursos, agradecimientos, anécdotas, regalos, buena aunque escasa y cara comida, y sobre todo risas, muchas risas, carcajadas más bien.


Primeras palabras a cargo de Ángel.

No Comment.

El misterioso para algunos y conocido para otros Borja, de Barcelona. Nuestro nexo con la India.

Y Salva "Five Keys" brindándonos uno de los momentos más divertidos del viaje.

Y cómo no…  pequeño paseo para las fotos de rigor en el Km 0 y ante el oso y el madroño antes de dormir, que mañana hay más.




El sábado prometía fantásticas sensaciones a lomos de nuestras máquinas. A pesar de los esfuerzos de los andaluces por adaptarse al riguroso programa, y como no podía ser de otra forma llegamos justo a tiempo para ver como el primer grupo se aleja por la A-6 hacia el Puerto de Navacerrada camino de Segovia. La subida al puerto del grupo de cola se desarrolló a velocidades nunca superiores a 70 kph, lo que la convirtió en un agradabilísimo paseo que nos reconcilió con las antiguas formas del motociclismo. Y las antiguas motos del grupo demostraron que a pesar de la dureza que para ellas suponía el puerto van a seguir rodando por muchos años más. Este ascenso dio algún susto a las decanas de la expedición que no pasó de ahí, aunque seguro que habrá que darles un buen repaso en los talleres andaluces y valencianos. Aceite, rápida revisión, aperitivo, y de nuevo nos descolgamos del grupo mientras disfrutamos de la visita de algunos conocidos madrileños y de un refrigerio antes de continuar camino.

En el puerto de Navacerrada.

Llegamos a Segovia y aparcamos junto a los que nos precedían para dar después un paseo por la concurrida calle principal de la ciudad. Preocupados por la consistencia de tan antigua conducción de agua nos sentamos bajo el acueducto a tomar una cervecita mientras esperamos a los adelantados cerca de las motos.



Y de nuevo a las cabalgaduras para irnos ahora a Revenga, donde disfrutaríamos de las bondades y maravillas de la gastronomía castellano-leonesa, aunque alguno después no pudiese decir lo mismo. Inmejorable almuerzo y otro fantástico acierto del sufrido y paciente Cincohierros.





Vuelta por el Alto del León donde nos hacemos la foto de Grupo.




Y al hotel de nuevo para preparar la que sería la última noche del programa en un recorrido a baja velocidad con 17 motos en fila india causando la admiración y el revuelo en la carretera de la Coruña dando todo un espectáculo allí por donde pasábamos y con gente haciendo fotos desde sus coches. Impresiona mirar por el retrovisor y ver la caravana de luces que te sigue o ver cómo evoluciona el grupo desde atrás.

Cena de tapeo a la que algunos, ya vencidos por el cansancio, no asistieron, y que otros no pudimos disfrutar plenamente por culpa del atracón del mediodía. Ya se notaba el cansancio acumulado y la prudencia de los que pensábamos en el viaje que nos esperaba al día siguiente.




Este fue el momento para entregarle a Jorge, en agradecimiento por la organización de este primer encuentro, y a Salva, como creador del foro que nos une, un pequeño detalle, realizado íntegramente por Diego en sus talleres de San Fernando. Toda una obra de arte que seguro tendrá un lugar privilegiado en las estanterías y vitrinas de sus merecedores propietarios.





Salva, uno de los precavidos ausentes de la noche, ha compartido su obsequio, muy sabiamente y en un gesto que le honra, con el otro pilar del foro, Dr. Ángel. Podéis verlo cuando vengáis por Sevilla en un lugar de honor en Al Andalus Choppers.

Y de aquí unos se fueron a ver el espectáculo de magia, otros se fueron de copas, otros al hotel, y éste que os escribe fue a despedirse de Madrid en un corto pero intenso paseo nocturno por el centro a lomos de Parsi que no le dejaría indiferente. Un par de llamadas a Sevilla y, dado que mi trabajo me lo permitía, decidí prolongar mi estancia en la capital por un día más.

Pero esta noche no sería precisamente de descanso para algunos. Nuestros queridos Robi y Chapi no pasaron lo que se dice una buena noche, y tuvieron que hacer una visita al sistema de salud pública de la comunidad de Madrid, quizás ante el temor de no tener otra oportunidad de verlo como tal, que a pesar no ser por nada importante no les permitió descansar debidamente. De modo que al día siguiente una moto volvió en carro a Sevilla, mientras que Salva tomaba una ruta alternativa y otra moto se quedaba sola en el garaje del hotel.

La expedición del sur tardó nueve horas en volver a Sevilla sin contratiempos por la ruta del suroeste el domingo. Yo por mi lado aproveché el domingo para hacer alguna visita y relajarme paseando tranquilamente por los madriles. Tras un día de relax y descanso regresé a Sevilla el martes por la misma ruta que recorriese Irbit el día anterior, pasando por Toledo, Ciudad Real y Córdoba, en apenas siete horas. Parsi es toda una campeona que llegó sin desfallecer y sin descansar más de veinte minutos en todo el viaje a un ritmo de entre 90 y 110 kmph según los tramos. Lo peor del viaje fue una, como dirían Les Luthiers, anomalía del conductor. Pero a las 15:45 estábamos Parsi y yo en Al Andalus Choppers pidiendo cita para la revisión de los ocho mil kilómetros (y para reparar una torpeza del conductor).




Pues bien. No he puesto muchas fotos porque no hice muchas, pero como sé que hay más las espero con ansiedad.

La crónica ha sido larga pero a la vez escueta. Ahora como siempre iremos completándola con anécdotas, recuerdos y sensaciones entre todos.

Para mí ha sido un privilegio compartir estos días con todos vosotros y estrechar lazos con gente a la que cada día aprecio más.

A los que no pudisteis venir… no os preocupéis habrá más, sin duda.

Ya sólo queda presentar las candidaturas para la próxima reunión y decidir cuándo y dónde será. Y por último volver a dar las gracias a Jorge por su paciencia y su magnífica organización, y a todos los que en Madrid nos hicisteis sentir como en casa.

Volviendo a Pessoa:

"Al final la mejor manera de viajar es sentir.
Sentir todo de todas las formas,
Sentir todo excesivamente."

Un fortísimo abrazo a todos.

Enlace al foro.

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