Rodando en moto por Los Pueblos Bancos.

Contenido originalmente publicado y extraído del desaparecido Foro Royal Enfield España.




Antes de que suene el despertador ya llevo alguna que otra hora despierto pensando en la excursión. A las ocho y pico en planta, ducha, café, previsión meteorológica, consulta del foro por si acaso, disfrazarse de motero, sacar a Parsi y directos a la gasolinera más cercana a ajustar las presiones y llenar el depósito. Y ya vamos tarde.

Cinco minutos retrasado llego al Puesto los Monos, y oh sorpresa; allí no hay nadie. No pueden haberse ido ya. Miraré en la gasolinera de atrás. Y sí, allí estaban Robi, Carmen y Juan con sus flamantes monturas.  Una Royal y dos Harley Davidson que iban a tener que templar sus ánimos para acompañar a tanta india. No tardaron mucho en aparecer Eva y Ángel rompiendo el silencio de la mañana del sábado.

Y antes de salir ya estábamos de reparaciones. Hay que ajustar el asiento de Robi, que tiene un tornillo flojo. Pues eso, que con un poco de retraso pero sin ninguna prisa decidimos irnos a la sierra de Cádiz por la carretera de Utrera, y antes de que nos diésemos cuenta ya nos encontramos con el primer sobresalto (podéis ver lo que sucedió con más detalle en: La avería más extraña del mundo) que por suerte no tardó demasiado en ser solucionado.

Habíamos quedado con Saenz en Zahara de la Sierra y allí nos dirigíamos a una velocidad de entre 80 y 90 km/h, aunque a alguno su Royal le engañara y le dijese que íbamos a más de 100. Temperatura agradable, poco tráfico delante y una cola de conductores desesperados detrás de seis motos sin ninguna prisa. Y no sé cuanto tardamos pero el camino se hizo de lo más corto.

Deseando cruzar el Puerto de las Palomas para llegar a Grazalema nos encontramos con que hay un rally que nos lo impide y que tendremos que dar un rodeo. Y nos encontramos con Saenz y Eva en su Baby y con Antonio y Lola en una tremenda y elegante Honda Deauville. Y ya estamos las ocho motos y sus diez ocupantes listos para atacar las curvas de la sierra.

Y claro, al pasar por uno de los tramos del rally justo antes de ser cerrado para la competición... todo el público era para nosotros. Y vaya si tenían éxito estas máquinas, sobre todo las de Carmen y Eva, no sé porqué. El caso es que llegamos a Grazalema al ritmo que marcaba Carmen con el petardeo de su Harley. Y como no nos dejaron aparcar donde queríamos, pasamos de largo y seguimos hasta Benamahoma. Pero esta vez no pude resistir la tentación y tuve que adelantarme para jugar con las curvas un poco más deprisa de lo que permitían las bestias de Milwaukee.  Las vistas desde el Puerto del Boyar nunca dejan de impresionar, y rodar a los pies de los picos del Pinar con los buitres sobre tu cabeza es siempre una gozada. Una parada en el nacimiento del río Majaceite para descansar e intento de tomar algo en un precioso bar que para nuestra desgracia estaba cerrado.






De modo que sin parar hasta El Bosque disfrutando de las pocas curvas que quedaban ya entre las montañas y los árboles entre la ladera norte de la Sierra de Albarracín y el Labradillo. Y a jamar que ya va siendo hora. Poca cerveza que hay que conducir y una buena presa ibérica con sus patatas fritas antes del cafelito.

Aquí tenemos a Saenz intentando convencer a Carmen de que si mueves mucho los brazos puedes volar. Es broma.

Estos hombres siempre haciéndonos esperar.

¿Por qué la Royal parece más grande al lado de Doc? (Esta me la guarda)

Aquí tenemos a Robi y a la mentirosilla que no quiere correr.

Y yo me quedé con ganas de más sierra, pero la mayoría estuvo de acuerdo en que ya era hora de volver a casa. De modo que nos pusimos en marcha hacia el cruce de Las Cabezas en un tramo de lo más divertido. Rodando en grupo. Tanto desde delante como desde atrás es una sensación muy bonita ir en un bramido de ocho motores por las carreteras comarcales de Andalucía entre unos paisajes difícilmente igualables. Nuestra amiga Carmen iba abriendo camino de nuevo asustando a todo bicho viviente con su atronadora montura. Desde luego no corríamos peligro de chocar con ningún animalito.

En este tramo nuestro amigo Saenz disfrutó haciendo unos vídeos que en cuanto cuelgue colocaremos por aquí. Nos reímos un rato escuchando sus explicaciones.

Y última parada antes de separar nuestros caminos en el Cruce de las Cabezas para tomar un cafelito, hacer balance y hacer unas fotos de grupo.

Las ocho estrellas.

Los diez artistas. Mirad que tristes están todos.

Y desde aquí seguí con Saenz y Antonio hasta Lebrija mientras el resto tomaba la N-IV hasta Sevilla. Mi vuelta nocturna en solitario hasta Sevilla ya no fue tan divertida, pero bueno.

Una experiencia a repetir. Un grupo de gente encantadora, la avería más extraña del mundo, una Royal con dos pasajeros persiguiendo a dos gordísimas Harleys, un velocímetro mentiroso, cunetas a rebosar de gente aplaudiéndonos, escapes tronando, risas, carreteras de montaña, bonitos paisajes, exquisita comida, más risas... ¡Quiero más!

Eché de menos un asiento trasero cómodo para alguien que no pudo venir, pero bueno, otra vez será y quien sabe si en su propia montura.

Hay que ir pensando en la próxima.

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