Todos los días ocurren milagros.

Vuelven a sonar The Verve. Vuelven los sueños de fantasmas. Vuelve, a pesar de todo, a no ser difícil despertar.

Vuelve, por suerte, a haber magia suficiente para seguir sobreviviendo: Una mirada de Najwa en las Noches del Pemán. El desayuno en una terraza de la Plaza de San Francisco. El atlántico bajo el sol de Andalucía desde la Torre norte de la catedral. Una gaviota volando el levante de la Caleta. Los pies hundidos en la arena mojada mientras la cometa tira con fuerza. Un descanso a la sombra del balneario. Una cerveza bien fría, unas gambitas al ajillo, unas tortillitas de camarones y una caballa con piriñaca en La Viña. El feliz abrazo por sorpresa de un hada en el Pópulo. Un paseo entre las casas encaladas de Carmona. Un almuerzo frente a la Vega. Un café helado en el Alcázar del Rey Don Pedro. La penúltima de Canasta entre la verborrea de Bárbara, los juegos de Dana y las babas de su recién estrenada preocupada mamá.

Todos los días ocurren milagros. Pero a veces, o no queremos o no sabemos darnos cuenta. Una mirada, una sonrisa, un beso, una caricia, un abrazo... Hoy una niña no podía evitar reírse a carcajadas cada vez que ese barbudo la miraba mientras agitaba la botella de refresco; papá también tiene pelos en la cara. Hoy otra niña no podía evitar volverse pegajosamente dulce mientras el "ding dong diiiing" resonaba urgente, como riñéndole por su tardanza, por todo el aeropuerto.

Caminas con la cabeza baja, yéndote de este momento, pensando si no será cosa de brujas y deseando que los días pasen tan suavemente como hasta ahora lo están haciendo este verano. Y hasta los que no están cerca vienen de repente con sólo acariciar un reloj blanco o con levantar un teléfono. ¿No es milagroso?

Mientras tanto Richard Ashcroft sigue cantando... Lucky Man.

Comentarios

  1. Dulce verano de chocolate helado con sabor a beso, bañado con sirope de sonrisas y trocitos de miradas cómplices. Como adorno una sombrillita de alas del hada de la arena.

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  2. Mil gracias. Creía que esta noche me acostaría sin haberme llevado mi pequeño pequeño milagro del día. Que bueno equivocarse. Me ha encantado leerte. Otro abrazo. Esta vez sin alas.

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