Ítaca.

Yo tampoco sé a dónde voy. Quizás sea esa la verdadera cordura. ¿Dónde está mi patria? ¿Dónde está mi felicidad? Yo no quiero viajar atado al mástil. No sé por qué no debo desviarme de un camino que no sé a dónde me lleva. Yo quiero escuchar el canto de las sirenas de cerca. Yo no entiendo de estrellas que me guíen, ni de penélopes que me esperen. Ni siquiera sé qué hago embarcado en esta odisea. Me vi de repente en medio del mar sin otra opción que navegar. Nadie me dijo cuál era mi destino, ni me dio el rumbo a seguir.

Entre idas y venidas, de vez en cuando, veo una isla que ya conozco. He descansado otras veces allí. Su bahía es grande y buen refugio. Es familiar, siempre lo es. Pero nadie me (re)conoce allí. Las tormentas no se atreven a entrar, la costa me arropa. Las bodegas ya están llenas de nuevo. Y me voy con la sensación de dejar algo mío atrás.

Nuevos puertos, nuevas gentes, vientos fuertes, calmas chichas, mares cálidos, ocasos tranquilizadores, cabos fieros, océanos fríos, estrechos expectantes, faros amenazantes...

Hoy, tras la tempestad, he despertado en tu playa. Hoy vuelvo a tener una familiar sensación de serenidad. Vuelvo a descansar. Hoy tengo la sensación de que en la arena sobre la que reposa mi todavía húmeda mejilla... Ítaca existe.

Comentarios

  1. ulises no fue a salvar a helena, sino a escuchar la terrible canción de las sirenas para olvidar que penélope aun teje las cadenas de su vida...
    porque vivir es navegar...

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  2. ...tras un espejismo,detrás de un abismo sin vuelta atrás, porque atrás tan solo queda el MAR, y todas las naves quemadas, naves quemadas, para no volver, jamás

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